El viaje de dieciocho horas en
tren fue un lujo, el único problema que tuvimos fue que cuando subimos al
transporte había una familia entera en nuestros asientos. Los miramos y les
dijimos que estaban en el lugar equivocado a lo que respondieron con señas que
nos hacían un lugar para que nos sentaramos con ellos. Obviamente estaban muy
equivocados asique los sacamos rajando con todos sus bultos (platos, ropa,
comida, ventiladores ect.) y los mandamos a sentarse al pasillo. No se si
pretendían que nosotros fuéramos a compartir nuestro espacio con ellos y la
feria americana que traían encima, pero no era posible.
Como decía, en el tren se viaja
muy bien; prácticamente no se mueve y no hace casi nada de ruido. Las camas
son...que difícil de explicar, como si fueran una puerta un poco acolchonada
colgando de unas cadenitas similar a una cucheta triple. A esa altura esa cama
del demonio a mi me sentaba mejor que la de cualquier Sheraton.
Llegamos a Siliguri donde
sacamos el permiso necesario para entrar a la provincia de Sikim y de ahí,
regateo de por medio sin aparición del Rey Mono, nos tomamos un jeep por una
ruta serpenteante rumbo a nuestro destino final del día.
Tres horas y siete mil curvas
después llegamos a Darjeling que es cerca de la frontera con China y Nepal.
Desde el momento en que nos bajamos del tren nos dimos cuenta que todo había
cambiado mucho. Al principio yo pensaba que me había agarrado algo raro porque
veía el piso todo verde y sentía que transpiraba de afuera para adentro.
Despues me di cuenta que estaba muy desacostumbrado por el clima que venia
viviendo en el desierto, que en realidad solamente en el piso había pasto y que
me estaba empapando bajo la lluvia.
Es increíble que con solo
movernos trecientos kilómetros de un lugar a otro las cosas cambien tanto, el
tren tardo muchísimo pero la distancia que recorrimos no fue tal y sin embargo
parecía como si estuviéramos en otro país.
El paisaje es de selva furiosa,
muy húmedo y hace frío. La gente es muy diferente, la ropa, todo esta mucho mas
occidentalizado; las caras duras y morochas del desierto pasaron a ser pálidas
con ojos achinados, estabamos muy sorprendidos porque el cambio era enorme.
No había vacas, de hecho hasta
encontramos carnicerías y pollerías por todos lados, ninguna tenía heladeras ni
nada parecido asique la verdad que comer carne nos daba un poco de miedo. El
pollo en cambio es fresco, tan fresco que directamente esta vivo en una jaula.
Es una sensación muy rara porque uno señala cual verdugo alguna de las aves y
el señor del comercio lo agarra del pescuezo, lo retuerce dos o tres vueltitas,
le saca las plumas y te lo entrega todavía pataleando.
Darjeling cuelga en el aire, la
cuidad queda en lo mas alto de la montaña donde las ciudades generalmente no
quedan. Las casas están suspendidas en el vacío, uno entra a cualquier lado y
lo único que se ve por la ventana es el cielo.
Va a parecer una boludez, pero
prácticamente estábamos viviendo en las nubes; a la mañana cuando nos
levantábamos abríamos la ventana del cuarto y les juro por el Rey Mono, que me
viene pisando los talones a donde quiera que valla, que la nube entraba al
cuarto y quedaba instalada adentro.
Conseguimos un hotel bastante
bueno, llegamos al cuarto y cuando entramos estaban todas las ventanas
abiertas. El tipo nos dijo que dejáramos la puerta del baño cerrada porque
capaz salía un poquito de olor y que por eso había dejado ventilando antes de
que llegáramos.
De ese cuarto me fui directo a
la oficina del FBI para que hicieran una investigación porque estoy convencido
que en ese baño alguien tiro un cadáver al inodoro, que ni siquiera es un
inodoro sino un baño turco de esos que consisten solamente en un agujero en el
piso. La BARANDA que salía de ahí
adentro era una cosa que te podía llegar a contagiar cáncer de pulmón,
invivible.
Encima de eso, éramos tan amigos
que estábamos durmiendo cinco personas en un cuarto y cuatro en el otro para
gastar menos, cada cuarto tenía dos camas. Día a día te levantabas un poco mas
cagado a patadas que la noche anterior y encima con un olor a cementerio que
empeoraba a medida que pasaban los minutos.
Saqué todas esas cosas de la
mochila que venia maldiciendo hace días porque jamás pensé que iba a usar:
campera, zapatillas, pantalón largo y medias; me puse todo y salimos a dar una vuelta.
Desde cualquier lado de donde
uno se pare hasta donde llegue la agudeza de su visión, lo único que se puede
ver literalmente son miles de montañas cubiertas por plantaciones de té. No se
si es que exportan a algún otro planeta, pero no entiendo donde va a parar
tanto té.
Un día nos fuimos a ver las
plantaciones, se acercaron dos chantas
que pretendían sacarnos guita por el hecho de llevarnos a una fabrica que era
una farsa y darnos una suculenta explicación de como preparar la infusión. Lo
único que repitió la sabandija del supuesto guía fue ¨1,2,3, five seconds¨ durante media hora.
No se si no se daba cuenta que
ya nos habíamos avivado hace rato que estaba repitiendo la misma frase o si
habrá pensado que éramos idiotas, pero era obvio que haciendo ¨1,2,3 five
seconds¨ no iba a sacar un te de la galera ni en pedo asique lo sacamos cagando
y no le dimos un mango.
Con Matanga y Greta bajamos
hasta el fondo de las plantaciones donde estaban las mujeres que cosechan las
hojas de la planta a mano, fue prácticamente un viaje en el tiempo; todas esas
hectáreas cosechadas a mano por un puñado de minas que se atan una canasta a la
cabeza con una vincha era algo que no me entraba en la cabeza.
También pasamos por un templo
Budista al que justo llegamos durante una celebración por la paz y el
nacimiento de Buda. Pudimos entrar y los monjes fueron muy amables con
nosotros. El nivel de detalle que había adentro del lugar era impresionante,
todo, cada centímetro de piso, pared y techo estaba pintado y tallado de alguna
manera. No quedamos un rato largo escuchando la ¨misa¨ y me llamo poderosamente
la atención la energía y la concentración de los monjes para con sus oraciones.
Comimos afuera del templo por centavos y seguimos camino.
Otro de los lugares que visitamos
durante nuestra estadía fue el centro de refugiados tibetanos. El recinto se
trata de un centro donde vive gente que se escapo o fue expulsada del Tibet
cuando al gobierno de China se le ocurrió invadirlos para borrarlos del mapa.
La gran mayoría son viejitos muy simpáticos que tienen talleres en los que
trabajan la madera, el cuero y los tejidos que usan para ganar algo de plata y
sobrevivir...y nosotros no les compramos nada.
Darjeling fue muy buen lugar
para nuestra semana sobretodo por su opción gastronómica. Desde el primer día
había visto que habían muchos puestitos en la calle en los que se podía comer,
pero recordando lo que había pasado en Varanasi no me animaba. Un día salí más
hambriento que el Chavo del 8 y me baje tres puestitos enteros, todo frito con
grasa de vallamos a saber que animaliode y que fuera lo que Dios, Ala o El Rey
Mono quisiera.
No me paso nada, pero mi
intestino me mando un texto diciendo que si seguía haciéndome el canchero me
iba a abandonar por completo, yo lo definiría como ¨temblor renal con
posibilidades de desastre natural severo¨. La pansa me crujió varios días, pero
mas allá que eso no paso a mayores. Lo que descubrí era que además de frito
habían muchas cosas súper sanas en los puestitos como podían ser tartas, ravioles
y rolls.
Además de los puestitos, en
frente había un restaurantucho muy chiquito que hacían los mejores ¨momos¨ que
probamos. Momos son una especie de ravioles hervidos con vapor que la verdad
son un lujo. La señora que nos atendía; que todavía no sé si se llama Chuki,
Kawasaki o Chubaka porque como no nos acordábamos directamente le inventamos
doscientos nombres; era una fenomenal, pero la verdad que su cara no transmitía
expresiones. Creo que la mina tenia la misma expresión de poker le dijeras que a
su hijo la había pisado un colectivo o que querías un raviol de verdura. No
había caso.
Pasaron así lo días, nos
quedamos hasta una fiesta budista que se hizo en la plaza de la cuidad y
partimos en jeep a 30 km/h durante seis horitas hasta Gangtok, capital de la
provincia de Sikim.
Madre turca.
Desde que había llegado a India
siempre pude zafar de algo de lo que acá no se zafa. Cada vez que necesite
hacer lo segundo, estuviera donde estuviera, conseguía un trono para apoyar mis
nalgas y dejar que la gravedad hiciera lo suyo.
Llegue a Darjeling y la verdad
que se me escapaba el topo, una vez que definimos el tema del hotel hice un
vistazo general y puse la brújula apuntando al tocador. Hasta ahora siempre
habíamos tenido inodoro en el cuarto excepto en Mumbai en donde afortunadamente
no lo precise, asique para mi ya era un hecho que iba a haber uno esperándome
detrás de la fina puerta de madera pintada. Not.
Ahí estaba yo, mano a mano con
el agujero en el piso al que le llaman ¨baño turco¨ o simplemente ¨la turca¨.
Encima salía un olor espantoso, osea que además de ver como carajo iba a hacer
para definir mi situación tenia que hacerlo mientras aguantaba la respiración.
Me sentí Dumbo cuando lo separan
de la mama, Pinocho cuando no era un niño de verdad y el Patito feo
antes de convertirse en cisne...los tres al mismo tiempo. Humillante,
agachadito en cuclillas tratando de no cagarme una pierna y embocarle al
agujero; un horror.
Tarde bastante, pero lo logre y
de ahí en más tuve varias oportunidades para perfeccionar mi técnica hasta
transformarme en un campeón. Es como todo, practica y no bajarse los lienzos
del todo porque si uno los baja hasta los tobillos hay muchas chances de
embolsar lo que caiga con el pantalón.
Que pasen lo que quieran.
Paso nuestro primer mes, con el
correr del tiempo todo cambio muchísimo, el paisaje, la gente, la comida, las costumbres
y nosotros también habíamos cambiado un poco. Por ejemplo yo, que llegue
afeitado y a esa altura en mi rostro abundaba una florecida barba; también
estaba bastante más flaco sin haber pasado hambre, de hecho necesité achicar el
cinturón un agujerito porque los pantalones se me caían.
Todos seguimos vivos y de muy
buen humor. Me imagino que los otros ocho también, pero yo la verdad que aprendí
mas acá que en la primaria (y eso que fui a institución privada).
Antes comía hasta reventar, tenía
que dormir si o si boca abajo y abrazado a una almohada, hacía lo mío únicamente
en aquellos inodoros que estuvieran lo suficientemente limpios como para
aprobar las normas ISO 9001 y no me preocupaba mucho por lo que no conocía.
Ahora como lo necesario, si me
pones un colchón lleno de los resortes mas paquetes, una colchoneta pedorra o
un piso escabroso con nueve pibes puedo dormir en la posición que sea y al
mejor estilo ¨Queen¨; siempre y cuando tenga una botella de agua mineral vacía
para usar como almohada.
Ahora si me pones un baño turco
o una latita de azafrán no solo no voy a tener problema, ni siquiera voy a
ensuciar el piso.
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