Veníamos de un par de días de
viaje y la verdad que estábamos agotados. A Jaipur llegamos en tren, fue un
viaje largo pero la verdad que el tren fue más cómodo y divertido que el
colectivo; el tema era que había que estar medio atento porque nos dijeron que
era posible que te afanaran algo de la mochila.
De entrada nos metimos en un
hotel dos estrellas, certificado por la Convención de Hoteles de India, que
tenia aire acondicionado y ascensor. La verdad que necesitábamos descansar
frescos y dormir cada uno en una cama porque el calor y las horas de viaje que veníamos
arrastrando ya estaba empezando pasar factura.
Se ve que los de la Convención
de Hoteles de India son unos chantas porque nos mataron las pulgas que residían
en las camas de la institución en la que pernoctamos, pero la verdad que valió
la pena.
Jaipur es una cuidad grande,
para mi un muy buen ejemplo de lo que es una cuidad en este país. Para ser
sinceros Jaipur es un quilombo, el trafico creo que es peor que el de Mumbai,
es impresionante que la gente no choque. Para dar un ejemplo, es como
microcentro pero sin semáforos; la diferencia es que en el embotellamiento hay
autos, motos, bicis, cabras, chanchos todo. Inclusive en un momento veníamos
como si te dijera por Av. Alem y pasaron cuatro elefantes por al lado nuestro. Una
locura pero es así...las cosas acá funcionan de esa manera y funcionan bien.
El mercado de la cuidad es muy
divertido, figura en el recorrido a pie de la Lonley Planet y va cambiando a
medida que uno avanza, primero están todos los escultores en mármol que hacen
estatuas de todos los tamaños, después están los sastres que vende todo tipo de
ropa y géneros, después la gente que trabaja con cañas y paja que hace canastas
y esas cosas, después lo joyeros etc etc.
En un momento venia por la calle
y Nico vio algo que nos cambio la cara a todos. En el piso había un vaso todo
pisoteado...de esa especie de cartón blanco que se dobla pero no se rompe y que
tampoco es cartón, con una serie de detalles estampados en rojo pasión y azul océano,
adornado con una letra ¨M¨ de curvas armónicas en color amarillo atardecer...si
señores, en Jaipur había un Mc Donalds!!!
Imagínense que lo mas tecnológico
que habíamos visto en los últimos diez días era una paloma mensajera, asique
googleamos con un blackberry donde era el Mc y nos fuimos a dar una panzada.
Para mis buenas, yo tuve la fortuna de que el empleado del mes no estaba de
turno y me toco un pelele que me dio dos combos buenísimos en vez del medio
pelo que me había pedido. Termine en sobredosis de papas, ketchup, Coca, hamburguesa
de pollo y el intestino desconcertado porque entendía una goma que estaba
pasando.
Claramente nosotros veníamos de
otro ritmo muy distinto asique como que nos saturamos y no nos quedamos mas que
dos noches, pero fue divertido ver como se maneja la cuidad en India (sin ser
Mumbai que es como un mounstro).
Sabíamos que en Jaipur había un
templo de monos que nos interesaba bastante, asique fuimos una mañana a ver que
tal era. Antes de eso Cata nos dio un discurso que consistía en que ¨los monos
te roban y además les gusta la Coca - Cola¨ asique dejamos las mochilas,
llevamos agua en vez de Coca por las dudas y salimos para aquel lugar.
Abandonamos las comodidades y en
vez de subirnos tres personas por móvil nos subimos los nueve en un solo tuc -
tuc de los que son un poco mas grandes, tres en el baúl y los otros seis en el
asiento de atrás…con 40 grados de calor. No vale la pena ni que les cuente lo
que fue eso.
Llegamos al lugar en donde
empieza la caminata al templo, tardamos media hora en despegarnos uno del otro
mientras tratábamos de bajar del carrito y ya de entrada vimos una ensalada de
animales juntos que era muy graciosa. Habían: perros, cabras, vacas, chanchos,
monos y monos andando en chancho (literal). Arrancamos la caminata barranca
arriba bajo el sol y solo teníamos una botella de agua para los nueve...que un
mono chorro le afanó a Greta tras una maniobra sorpresiva asique a los dos
minutos asique ya no teníamos más nada.
Primero llegamos al templo de
Sol que esta bien, el señor que lo cuida es muy amable y no te manguea nada,
pero nos dimos cuenta que además de bueno era un vago porque el tipo tenía una
máquina a motor con palancas de donde salía la música que adornaba el templo:
tambores, platillos y campanas, todo al mismo tiempo y en ritmo constante.
Pobre pibe estaba solo en medio de la montaña y necesitaba una orquesta para
hacer el ritual, asique le perdonamos la maquina cumbianchera y seguimos
camino.
Llegamos al templo de los monos
que es del otro lado de la montaña bajando por un caminito de piedra lleno de
arboles repletos de flores, la verdad que el templo en si es una casita de Lego
malísima con un monje chanta que nos cago a pedos porque le dejamos solo diez
rupias después de que nos tuvo cuarenta minutos encerrados con traba en el
templo mientras hablaba y nos hacia rezarle a un mono de cartón; pero en la
parte de abajo hay unos piletones en los que los monos nadan el mejor estilo
crol que vi en mi vida. Además nadan abajo del agua y se tiran haciendo
piruetas en el aire desde un poste de luz, es increíble.
Más abajo están los piletones
para las personas que también son muy muy lindos y están todos bañándose (de
hecho con Matanga vimos una teta y todo), y mas abajo todavía hay un pueblito
de templos que es espectacular lleno de flores. Se puede seguir mas allá del
pueblito donde hay un valle muy verde con plantaciones, pero la verdad que no
tuvimos tiempo de hacerlo. Fue una lastima porque parecía muy lindo.
Esa tarde fuimos al Lake Palace
y a ver otra fabrica de géneros y pañuelos que claramente no tenían la calidad
de la de Bikaner. No solo porque de por si no tenían la calidad, sino que además
el lugar no tenia aire acondicionado (aunque si te regalaban Coca, Sprite y café).
De todas maneras habían cosas muy lindas y baratas asique algunos del equipo
aprovecharon para hacer shopping.
Terminamos el tour y volvimos al
hotel, que ya no era el de las pulgas porque nos habíamos mudado a uno mas
barato, que en vez de salir veinte pesos por cabeza nos salía nueve; comimos
por ahí a la vuelta, le festejamos el cumpleaños a Nico con torta y velitas y
nos fuimos a dormir porque al día siguiente salíamos para Pushkar temprano.
Templo del Sol.
Piletones en el Templo de los Monos.
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