martes, 21 de febrero de 2012

Cap. 14: Toco y me voy


De Siriguri nos fuimos directamente a la frontera con Nepal que es a dos kilómetros del pueblo, firmamos nuestra salida de India y cruzamos el puente sin que nadie nos pidiera nada hasta el otro lado. Ahí sacamos nuestra visa nepalesa y compramos pasajes de colectivo desde Kakarvita hasta Katmandú.
A mi me había tocado uno de los asientos en la anteúltima fila, asique si la ruta no estaba buena seguramente iba a saltar bastante. Creo que fue el pero viaje de mi vida, el camino estaba dinamitado y las partes que no tenían posos parecían un serrucho de ripio aunque fuera todo de asfalto.
Tanto era el temblequeo que se me salían los auriculares de las orejas, no me duraban ni dos minutos puestos. Me caía del asiento porque estaba todo el tiempo rebotando, era como cuando alguien deja un celular en vibrador y suena que se empieza a mover por arriba de la mesa para todos lados.
Si te sacabas las zapatillas o dejabas la mochila en el piso mas de diez minutos tenías que ir a buscarlas a la otra punta del bondi, era imposible dormir o descansar o escuchar música o lo que fuera que uno quisiera hacer. Me llegué a golpear contra el techo del colectivo, que es bajito, por los saltos; fue una wachada.
Fueron así trece horas, la pase como el culo, no aguantaba mas. Llegamos a Katmandú y mi cuerpo seguía temblando gratis. Directamente ya estaba preocupado, pensé que se me iban a caer todos los dientes, que iba a tartamudear para el resto de mi vida y que la computadora y la maquina de fotos no iban a andar mas causa del maltrato recibido.
Supongo que los asientos de adelante son mejores, pero definitivamente es un viaje horrible donde te toque hacerlo.
Llegamos a la Capital de Nepal y conseguimos un hotel en una buena zona, entramos al cuarto y yo caí muerto en cama. A las seis horas me desperté y todavía seguía temblando, dientes flojos y tartamudeaba cada tanto.
Ahí cerca de donde estábamos había una plaza con una feria en la que nos dedicamos a regatear todo lo que fuera posible, aunque ni siquiera quisiéramos comprarlo y nada mas que por amor al deporte. Yo compre varias chucherías por dos mangos y seguimos recorriendo los alrededores.
Katmandú es impresionante, los templos que hay parecen de hace millones de años y el nivel de detalle es milimétrico. Vimos algunas cosas pero en realidad nuestra idea era irnos lo antes posible de Katmandú y después si era posible volver mas adelante.
No queríamos gastar días en la ciudad porque estábamos en la mejor fecha para hacer algo que yo ya venia pensando hace años; me morfe todo el calor del desierto de India en los peores meses para después poder llegar en la mejor época Nepal y ver si podíamos hacerle un tiro al campamento base del Everest.
En Katmandú es donde se organiza todo el trek asique apenas llegamos empezamos a mover fichas en las agencias de turismo haber si conseguíamos los pasajes, permisos y equipo necesario, que si era posible teníamos que solucionar en un día y medio y empezar a subir cuanto antes para que el clima estuviera bueno.
Así fueron  nuestros primeros días en Katmandú, no tuvimos tiempo de nada, ni de pensar en lo que nos estábamos metiendo. La primera visita no nos dejo mucho, pero si todo salía como planeábamos íbamos a volver en un par de semanas.

Plegarias.



No hay comentarios:

Publicar un comentario