Nos habían recomendado Pushkar varias veces, la data decía que la ropa era
muy barata y que el lugar era muy lindo. Llegamos al pueblo, nos bajamos del
colectivo y ya teníamos treinta pibes encima tratando de encajarnos hoteles;
recorrimos varias de las opciones que ofrecía el mercado y terminamos eligiendo
uno que tenia algo que no habíamos visto hasta ahora: una pileta.
Teniendo en cuenta que veníamos del desierto y ya estábamos evaporados no
lo dudamos ni dos minutos, dejamos las mochilas y fuimos a ver que tal venia la
mano. La pileta la verdad que estaba fresca y era bastante grande, lo que tenia
de raro era que metías el pie hasta el tobillo y lo perdías en un agua
nebulosa...y también que el fondo era como de gelatina.
A mi no me importo nada, de hecho por un solo dólar que estábamos pagando
la noche me parecía una ganga; me tire de cabeza en una punta de la pileta para
emerger en la otra y cuando salgo del agua casi me agarra una accidente cerebro
vascular triple. Apenas vuelto a la superficie me vi enfrentado a un gordo todo
blanco que lucia una tanga mas pequeña que cualquiera de las que pasean las
vedettes mas baratas de nuestra patética farándula. Juro por todas las vacas de
India que eran tres piolines tipo letra ¨T¨ atrás y un triangulito adelante
para tapar las canicas.
Yo no entendía si era una gordo blanco en tanga, una mina muy muy fea y
blanca en tanga o una beluga en tanga. Lo miro a Matanga que ya se había metido
atrás mío y le marco la situación, Matanga voltea pero el gordo justo estaba de
frente entonces no se llegaba a ver bien como era la cosa. Le vuelvo a señalar
la tragedia visual y cuando el vuelve a voltear el gordo estaba de espalda;
claro fue tal la imagen que se llevo pobre Matanga que casi se me ahoga.
Mas allá de eso la verdad que los días en Pushkar a mi me sirvieron para descansar,
el calor me tenia muy maltrecho y ya me quedaban pocas pulgas encima. La ciudad
que tanto nos recomendaron en si no me pareció tan linda, hay que tener en
cuenta que veníamos de lugares muy lindos, pero mas allá de eso fue como que no
había mucho para hacer.
El primer día que salimos, y los demás tampoco, nadie nos dio bola. No habían
chiquitos en las calles, preguntábamos precios y no se podían regatear, la
gente no nos miraba, ni seguía, ni nada. No se si es que habíamos perdido la
fama pero fue muy distinto a lo que veníamos acostumbrados.
El mercado turístico es muy medio pelo, venden baratijas y tampoco es
barato. La clave esta en que hay que venir a este lugar durante la época de
festivales que parece que es un espectáculo y a comprar ropa en las fabricas
para llevar y hacer negocio en algún otro lado.
Me dió la sensación de que Pushkar no tiene la mística que abunda en los
otros lugares a los que fuimos antes, como que esta contaminada por los
negociantes que compran barato y venden caro; la gente lo único que hizo en los
tres días fue tratar de vendernos droga y cuando les decíamos que no nos
preguntaban ¨¿no?, ¿pero porque no?¨.
Para ser sincero tampoco fue que recorrimos mucho, le dimos la vuelta al
lago y nada mas; hubo un argentino en el hotel que nos dijo algo que me quedo
grabado: ¨acá hay que venir, armar tu negocio, quedarse el tiempo que haga
falta para que te fabriquen las cosas bien y después de eso te vas a pasear por
India¨.
En mis días en Pushkar estuve muy cansado todo el día, no podía dormir pero
tampoco me podía despertar; nose si era por la pastilla de la malaria o qué,
pero puede ser que eso capaz me lo tirara un poco abajo.
De todas maneras cada uno tiene que tener sus propias impresiones y no
dejar de hacer cosas por las experiencias de los demás, a mi me hubiera
encantado haber venido en durante los festivales pero era imposible.
De acá nos vamos al Taj Mahal en Agra y por fin hacemos nuestra salida
oficial del Rajastan (desierto) a lugares mas frescos.
Camino a Agra. |
Camino a Agra.
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