Día 8:
El trek del
campamento base tiene como objetivo principal llegara a la cumbre de Khala
Pahar, una montañita de 5550 metros sobre el nivel del mar que cuando uno la
mira de abajo parece una pila de arena. El tema es que desde base camp el
Everest no se ve porque está tapado por uno de sus ¨codos¨ que es otra montaña,
entonces desde Khala Pathar es desde donde se ve el Everest y todas las
montañas de alrededor de la mejor manera.
Todos
tuvimos problemas para dormir en Lobuche, la falta de aire me hacía sentir como
si estuviera con resaca o medio enfermo todo el día y eso que todavía no
estábamos tan tan alto, encima no había luz en el hotel y del poco aire las
velas no se prendían…no sé si del poco aire o por el olor a pata que tenía,
había una baranda a chimichurri en el cuarto que mataba.
Esa misma
noche mientras daba vueltas en mi cama sentía que me ahogaba, me senté para
poder tomar aire y si previo aviso me reventó la nariz, si señores catarata a
oscuras en el culo del mundo. Lo único que atiné a hacer fue atajarme con las
manos para no enchastrar la campera ni la bolsa de dormir y como una niña en
voz bajar deje salir un auyido de ¨ayuuuuda¨.
Por suerte
Gret estaba en el cuarto de al lado y vino en mi salvación, abrió la puerta
iluminando con el encendedor - linterna y me dijo ¨¿qué te pasa tarado?¨. Yo la
miraba mientras me desangraba con cara de perro mojado y mientras me ponía los
dedos como corchos le dije ¨jejeje pedón es queme sandgra da nadiz¨; me ayudo a
salirme de la bolsa, me ilumino el camino, me limpie y al final entre los dos
resolvimos todo y volvimos a dormir.
De Lobuche
el próximo destino en el octavo día es Gorak Shep a 5160 metros, donde nos
había dicho Rafa que por la altura ni siquiera se duerme.
Salimos
temprano y la caminata era corta, llegamos a media mañana a Groak Shep y la verdad
que el día estaba despejado asique decidimos subir ese mismo día a la tarde a
Khala Pathar. Era jugado porque estábamos cansados y a esa altura es imposible
recuperar la energía que uno gasta; generalmente la gente sube a las cuatro de
la mañana para ver el amanecer, pero nosotros preferimos tratar de llegar ese
mismo día porque el clima era bueno, nos asegurábamos la vista y porque es
mucho mejor ver el atardecer que el amanecer.
Comimos y al
rato arrancamos sin el pajero del guía que se quedó tirándose la piola toda la
tarde en el hotel. Por lo menos para mí era llegar o llegar, no había opción me
costara tres, cinco o cuarenta horas de caminata.
El sábado 4
de junio del 2011 al mismo tiempo que mis amigos volvían de joda yo, en la otra
punta del mundo, caminaba como vieja herida a 5400 metros de altura para
sacarle mi foto al Everest. Era un ¨pan…queso, pan…queso¨ porque no se podía
caminar más rápido que eso, paso a paso y cada uno que daba era el más alto de
mi vida. La punta no se acercaba nunca, de hecho parecía que se alejaba cada
vez más y al mismo tiempo las montañas se veían cada vez mejor.
Es uno
contra uno mismo. Cuando se camina ahí no se piensa, se vuela; mientras subía pensaba en todo, dónde estaba,
mi familia y que estaba haciendo algo que me había imaginado hace años, viendo
de que se trataba de lo que los únicos tres libros que leí en mi vida hablaban.
Pensaba
también en los diferentes que son las personas, los gustos de cada uno y que
así como unos sueñan con trabajar en una oficina, otros agarramos una mochila
con cinco remeras, un par de zapatillas, cuatro calzones, dos medias y nos
vamos sin plan por el mundo. En la suerte que tenía y todo lo que me toco en mi
vida hasta hoy; el súper culo de tener cuatro amigos que me quieran acompañar
hasta el lugar donde estaba en ese momento; en Gret y Cami que se estaban
portando como dos ¨pibitos de barrio¨, caminando con la mochila a cuestas
varias horas por día, el frío, hambre, altura etc. Que si hubiera venido un
amigo, por mas amigo que fuera y me hubiera propuesto: ¨che Silver…¿querés
venir a caminar en quince días como doscientos cincuenta kilómetros, sin aire,
cargando una mochila, sin bañarte y usando el iPod tres minutos por día para
que no se te acabe la batería con migo?¨ automáticamente le hubiera pegado una
patada en las bolas por pelotudo para después ofrecerle sutilmente un ¨uh…re
buen programa pero tengo que estudiar, sory¨; sin embargo ninguno de los chicos
me pego el fulbazo en las canicas cuando propuse llegar hasta ese lugar.
Pensaba de
todo, cosas en serio y diez mil millones de boludeces, pero cada tanto me daba
vuelta para ver el Everest que se asomaba atrás mío. Como tres horas después
llegue a la punta de Khala Pathar donde Nico me estaba esperando; me senté mire
un poco y saque una bolsita de maní que había preferido guardarme un par de
días antes para ese momento.
Fue mi
pequeño lujo, lo más valioso que tenía ese día a 5550 metros de altura era una
bolsa de maní aplastado y el Everest de fondo, no necesitaba más nada. De a
poco llegaron los demás, festejamos, sacamos fotos, vimos una avalancha enorme
en la montaña de enfrente y dejamos una banderita de Argentina con nuestros
nombres en lo más alto de la montaña de tierra que habíamos subido.
Nos
queríamos quedar a ver el atardecer asique nos llevamos las bolsas de dormir,
nos tapamos, quedamos un rato largo esperando que bajara el sol y la verdad que
nos salió redondo, llegamos todos y vista perfecta sin nubes. Casi de noche
llegamos de vuelta al hotelucho detonados, comimos y a tratar de dormir.
Día 9:
Esa noche a
las tres y media de la mañana apareció el desgraciado del guía a levantarnos
para volver a subir a ver el amanecer. Salimos una vez mas caminando lo que
habíamos hecho el día anterior, pero esta vez bajo un frío asperísimo. El
atardecer es mucho mejor, pero ya que estaba ahí yo me fui hasta arriba del
todo donde me encontré con unos ingleses que luchaban por sacarle una gota de
agua a los camelbacks de sus mochilas que se habían congelado. Las banderitas
heladas parecían de chapa pero una vez que salió el sol todos recuperamos un
poco.
Los ingleses
también dejaron su trapo, la gran mayoría deja algo y ahí arriba uno puede
encontrar de todo, inclusive plata. Yo la verdad que no tenía nada asique metí
la mano en mi bolsillo y lo único que encontré fueron dos monedas de un
centavo…y bueno deje eso nomas.
No sé si el
Rey Mono juega en Nepal, pero si se llega a enterar de que solo deje dos
centavos en el Everest estoy seguro que va pagar una buena recompensa a quien
le lleve mi cabeza clavada en un palo.
Ese mismo
día, una vez que ya habíamos bajado, salimos al Everest Base Camp; como otras
tres horas de caminata tranquila por el pedrero y media más por arriba del
glaciar. Es increíble caminar por ahí, es como estar arriba de un mounstro
gigante que está dormido; hace ruido todo el tiempo y literalmente se mueve con
uno encima haciendo que las piedritas rueden por todos lados.
Yo había
visto en YouTube que un tipo caminando por ahí había encontrado un tubo de
oxigeno vacío de como 1970 que se ve que había quedado en alguna parte del
camino y el glaciar lo había llevado hasta abajo con los años. Me camine como
detective toda el área buscando lo que fuera, pero la verdad que no conseguí
mucho: una bolsa de bosta, una bolsa de pasto, una tuerca, una tapa de máquina
de fotos, una pila y una batería de auto. Claramente mi botín era una lágrima,
pero en eso entre las piedritas divise algo que llamo poderosamente mi
atención. Me agache tipo paleontólogo, corrí unas basuras y agarre el
tesoro…raro, era como un broche de ropa, que no era un broche de ropa, con algo
apretado en el medio.
No sé quién
habrá sido el hijo de puta que llevo el cordón umbilical de su ¨nene¨ al Base
Camp después de que se le cayera, pero lo encontré yo. Imaginen mi cara cuando
entendí lo que era la cochinada que acababa de levantar del piso…horror en el
BC! Obviamente cuando le conté al infeliz de Matanga me jodió todo el camino de
vuelta diciéndome que me quedara tranquilo porque seguramente no era un
ombligo, que lo mas probable era que fuera un prepucio.
Volvimos del
Base Camp muy cansados, comimos algo y nos quedaba una noche mas arriba del
todo donde no se duerme…a menos que te claves un par de ibupiracs que te dejan
hecho una seda y podes dormir doce horas como un adolescente de quince años.
Lo más alto de mundo: Mt Everest 8884m. |
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