viernes, 23 de marzo de 2012

Cap. 30: Ahí te ves.


El viaje a Delhi en colectivo fue de lo mas normal, como de costumbre anduvimos un par de horas y frenamos a almorzar en un puesto al costado de la ruta en el que con Nico nos comimos un plato de arroz con porotos bastante abundante por pocas rupias.
Habían pasado por lo menos quince minutos desde que habíamos vuelto a rodar cuando empecé a dudar seriamente si lo que me había comido hace instantes había sido un plato de arroz con porotos o un cartucho de dinamita. Mire a mi alrededor y todos los chicos dormían; lo desperté a Nico que estaba al lado mío y le dije ¨¿Tenés papel?¨. Nico revolvió su mochila, me pasó una hoja y media de papel higiénico diciendo ¨es todo lo que tengo…¨ y volvió a pegar el ojo.
Por primera vez en meses mi intestino me estaba abandonando; habíamos pasado por tantas cosas peores que un plato de arroz con porotos que no quería aceptar que me estaba cagando encima. Me saque el Ipod para poder focalizar toda mi capacidad de concentración y dije en voz baja: ¨No me podes hacer esto ahora, nos queda una sola ciudad en India, un último esfuerzo por favor te lo pido¨, ¨Grrrrrrrrrrrrrr…¨ contestó mi colon enfurecido. ¨Ya se, entiendo que te vengo cagando a palos hace siete meses pero vamos a pelearla juntos…pensalo.¨, ¨GRRRRRRRRRR¨ insistía mi vientre. ¨Dale…te juro que si aguantas después te doy galletitas de marca y unos tragos de agua mineral de la buena…¨.
Pasaron los tensos minutos y a modo de promesas logre que mi pansa no se amotinara; obviamente ya había ideado un ¨plan B¨ por si la negociación fracasaba el cual consistía en avisarle al conductor que frenara así podía cagar en la banquina mientras todos me miraban por la ventana. Afortunadamente la situación se revirtió mágicamente y de un momento al otro me sentía más sano que un chiquito de cinco años.
Llegamos al hostel en donde supuestamente teníamos que volver a encontrarnos con las chicas tras nuestro arduo viaje por el norte del país, hicimos el chek in y mientras anotábamos nuestros datos en el respectivo libro de visitas apareció Camión sonriendo con un pasaporte nuevo en la mano.
Técnicamente iba a ser suficiente como para que Camión siguiera viaje con la tropa pero la verdad que el aspecto del documento dejaba mucho que desear. Si nos ponemos minuciosos era como comparar a la ¨Chiqui Legrand¨ con su hermana melliza la ¨Goldy¨; en el fondo ambos tenían la misma esencia, pero claramente el original resaltaba por sus letras glamurosas hechas en computadora y los hologramas distintivos, mientras que el otro, estaba hecho en cartulina y escrito a mano con birome (baqueta).
Delhi fue una sorpresa, mucho más verde y limpio de lo que imaginábamos; de hecho mucho más verde, limpio y organizado que cualquiera de las ciudades de nuestro país. Cabe aclarar que nuestro primer hotel estaba en la zona nueva de la cuidad (New Delhi) donde están la mayoría de las embajadas, la cual fue cautelosamente planificada, y no en el Delhi de verdad.
Hicimos algo de turismo, fuimos a la casa de Gandhi, Lotus Temple, un lugar que fue de donde se copiaron el Taj Mahal etc. pero el objetivo principal de Delhi era hacer una pasada por la embajada de China para hacer las visas y de ahí viajar directamente a Beijing en avión. El tramite no duro mas de cuarenta minutos, Cami uso su pasaporte de juguete sin problemas y a los dos días ya teníamos visas chinas para todos.
Nuestros días cada vez eran menos; como para no perder la costumbre nos mudamos a un hotel barato en un barrio parecido al Once, aprovechamos para comprar las cosas que ya no íbamos a encontrar en los próximos destinos y le hicimos una visita obligada al Mc Donalds todos los días sin excepción.
Increíblemente llego mi último día en India, el país que me había dado una gran lección de mundo y que había sido mi humilde hogar durante dos meses había terminado. Salimos con Greta del hotelucho y fuimos a comer a un puestito medio pelo de la calle; yo pedí un thali, típico plato indio como para la despedida, y Gret un ¨arroz a la Noé¨ que supuestamente debería haber sido arroz con verduras normal, pero como el plato parecía un botecito y además adentro de la comida había un bicho de cada especie, decidimos darle el respectivo nombre del profeta. 
Volvimos al hotel castigados por un diluvio, yo caminaba en patas por la calle debajo de la lluvia mientras hacia una imagen de lo que había sido mi pasada por India y Nepal; no podía creer todo lo que había pasado en los últimos tres meses, había empezado el viaje del que tanto habíamos hablado con Matanga desde que estábamos en el colegio (sacando los cuatro meses previos de trabajo en EEUU), había recorrido el desierto en camello, navegado el rio Ganges, recorrido las plantaciones de té en las montañas; había caminado quince días para llegar al Everest, remado por los lagos de Nepal, me había corrido un rinoceronte en la selva, el cruce del Tibet indio, me metí en Kashmir y todos sus conflictos; pasé por la tumba de Mahatma Gandhi, dormí como un mendigo, me cagué de calor, frio y hambre, aprendí a usar la turca y ahora caminaba en patas por el agua roñosa de una calle inundada en Delhi después de haber comido con las manos en un puesto rodeados de indios.
Nos subimos al taxi que nos iba a llevar al aeropuerto; tuvimos el ultimo vistazo de la cuidad que era pura expansión, obras por todos lados, autopistas, trenes, hospitales y torres imponentes. Es ahí cuando uno se da cuenta que India es potencia, que trabaja a largo plazo en conjunto para ser cada vez más y que desde hace muchísimos años ninguno de los gobiernos de nuestro país hizo algo más que preocuparse por ser reelectos.
Me dio bronca que siempre tengamos que votar al menos peor; claramente los países del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) que hoy son las potencias mundiales no llegaron a donde están por repartir electrodomésticos y codificadores para TV entre la gente pobre, en cambio, llegaron por darle trabajo a la gente pobre.
No es cuestión de acusar porque todos hacen lo mismo, todos regalan y la gente agarra víctima de la ignorancia; claramente si viene Cristina o Mauricio y me regala un codificador se lo mandaría devuelta a su casa con una notita que diga ¨Metételo en el culo¨; pero yo haría eso porque tuve la suerte de poder ir al colegio cuando tenía la edad de ir al colegio en vez de tener que salir a juntar cartón o vender en un semáforo. No hay que ser científico nuclear para darse cuenta que la solución está en la educar a la gente.
Entramos al aeropuerto, mostramos nuestros pasajes, sellamos la salida de India en el pasaporte y nos sentamos a esperar el vuelo en ese cuarto estilo universo paralelo donde vivía el tipo de la película ¨La terminal¨. No sé si es un país o qué, porque en definitiva ya saliste de India pero no entraste a ningún otro lado, es como no estar en ningún país o en todos al mismo tiempo, ni idea.
Finalmente nos llamaron, agarramos nuestros petates y subimos al avión.
Chau India.

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Fotos del viaje: http://www.flickr.com/photos/silvestresere/collections/

Udaipur.

Desierto de Jalsaimer.

Darjeling.

Desierto de Jalsaimer.

Leh.


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