A diferencia con Nepal, de India se pueden decir un millón de cosas y sobre
todo después de haber pasado dos meses viviendo en aquel país.
India es como una máquina que nunca para, una rueda en constante movimiento
que se traga a todo el que no pueda seguirle el ritmo; para mí el mejor ejemplo
de lo que es la selecciona natural. Por más pobreza que uno vea en cualquier
dirección India es pura potencia, mas allá de su posibilidad económica me
refiero al concepto de ¨potencia¨ que define algo que puede ser pero todavía no
lo es; energía que una vez que se utilice en conjunto no va a haber mercado que
la aguante.
Las diferentes religiones conviviendo en un mismo lugar en paz; la
supervivencia de los más fuertes; el indio de hierro que sale todas las mañanas
a ganarse el pan del día, porque allá se vive de un día a la vez. Las castas,
si uno nace rico será rico y si nace pobre será pobre; el trabajo que toca hay
que llevarlo a cabo, ya sea el mejor o el peor, de la mejor manera posible y
con toda la dedicación que merece.
Los sacerdotes que viven con las limosnas que les dan las personas, los
solados que mantienen el orden en un país que es incontrolable; los
comerciantes que negocian, de la misma manera que lo harían por millones, un
par de monedas logrando lo que todo negocio necesita para que sea tal: un
intercambio y dos partes conformes. Los empleados que agradecen a Ganesh el
poder trabajar y por último los ¨intocables¨ que limpian los que se les ordene
con furia, si hay que barrer el piso lo pulen y si no hay piso barren la tierra
que está arriba de la tierra hasta que quede limpia.
No es que quiera arruinarles la ilusión pero el cuento en que la mucama se
casa con el príncipe hay que dejárselo a Disney, en India esas cosas no pasan.
Lo artesanal, que alguien pueda ofrecer algo sin que los demás lo tengan lo
convierte automáticamente en valioso; supongamos que mi Ipod se cae al rio…voy
y me compro uno nuevo. Claro que tiene un valor (US$ 250) pero en el fondo no
perdí nada porque hay diez mil millones de Ipods en el mundo; un cuchillo
gastado, una pintura o una talla es algo único, barato pero muy valioso.
Así como las cosas que antes valían ahora están devaluadas, lo mismo pasa
con lo que uno puede ver a su alrededor. Lo que para nosotros es pobreza en acá
no lo es tanto; India fue pobre, es pobre y va a ser pobre siempre, no hay nada
que se pueda hacer y hay que sentirse culpables por eso. Uno no puede llegar
¨en nombre del Señor¨ con dólares color esperanza y pretender cambiar la
situación, hay que saber que las cosas son diferentes a como las vemos nosotros
y que por más desesperación nos provoque no se puede interferir con eso porque
es su cultura; el rico no es el que más tiene sino el que menos necesita y en
ese sentido todos son millonarios. Entiendo que se puede ayudar y lo comparto,
pero antes de ayudar hay que entender como son las cosas para poder hacerlo de
la mejor manera.
Aprendí mucho en todo sentido, y a los golpes, que las puertas son mucho
más bajas de lo que yo estaba acostumbrado. Ya no le tengo miedo a muchas de
las cosas que antes me daban miedo; ya no tengo miedo sino respeto a todo eso
que me pueda llegar poner el jaque. A ver las cosas de otra manera, cómo
funciona el círculo de la vida y que no importa en qué parte del mundo uno este:
se nace, se vive y se muere de la misma manera en que lo hace una planta o un
animal.
Vi de todo; al más rico de los ricos en su palacio y al más leproso de los
leprosos en una mezquita de Delhi. Vi un arroyo nacer en las montañas para
convertiste en un rio sagrado; lo increíble que puede llegar a ser la fé, capaz
de mover multitudes miles de kilómetros pero que sin embargo a mí no me mueve
ni un metro. El calor y la pureza del desierto, donde la gente sigue siendo
igual que lo era hace siglos, las plantaciones de té cosechadas a mano en las
montañas y que no importa por más lejos que uno llegue siempre va a haber, por
lo menos uno, que vive ahí.
Todo es raro y hay que tomarse el tiempo de entenderlo, así es como uno
empieza a ver lo espectacular que es India. No es fácil ni tampoco es para
cualquiera, no hay hielo, ni cubiertos, ni vasos, sabanas, ni inodoros, ni
nada; pero merece su oportunidad.
Como dicen las personas allá, nunca hay que olvidarse que ¨en India todo es
posible¨.
Camino a Agra, India. |
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