Agarramos el primer bus de la serie que era un tramo corto hasta la otra
estación en la que nos tomábamos el segundo; como de costumbre rebalsaban
indios por las ventanas asique me toco ir parado al lado de un tipo que
resultaba bastante simpático…hasta que arrancó el clásico cuestionario que te
evapora los huevos y la simpatía se fue a la goma.
Definitivamente este tipo era campeón mundial de pelotu - preguntas porque
pulverizo cualquier tipo de record establecido hasta ese momento. Empezó con
los clásicos: ¿país?, ¿nombre?, ¿tipo de viaje?, ¿plan a futuro? etc. y cuando
pensaba que la cosa concluía me di cuenta que el mí nuevo amigo iba por todo o
nada. El tipo me llego a preguntar a qué edad me imaginaba que me iba a casar y
con quien (imaginate mi cara); cuántos hijos iba a tener (pregunta que no me la
hago ni a mi mismo); quien era mi mejor amigo (no se quedó conforme con mi
respuesta) y quién mi segundo mejor amigo (insólito).
Semejante acorralada psicológica me había propinado ¨Preguntonto¨ que me
baje del bondi hecho un pollito mojado replanteándome mi vida seriamente; de
ahí nos teníamos que tomar el segundo colectivo al que supuestamente habíamos
llegado a horario…pero no. El transporte había partido hacían veinte minutos y
el próximo bus salía recién a las diez de la noche asique teníamos unas sólidas
ocho horas para recorrer la estación de colectivos, conocer a los que
trabajaban en las boleterías, explorar los baños, contar los azulejos del piso,
jugar al veo - veo y todas esas cosas que uno puede hacer estando ocho horas al
pedo en una estación de colectivos en medio de India.
Elegimos, como vimos que hacían la mayoría de las personas, un sector
masomenos limpio del lujoso piso y nos tiramos con las mochilas a que pase el
tiempo; no sé si es que era el sector de piso VIP o que necesitábamos algún
tipo de tarjeta de crédito platinum para estar en esa zona porque no habían
pasado ni treinta segundos de reposo que vino un policía diciendo ¨ÑAKAKA
LALALA TTATA LALA¨ y nos sacó cual delincuentes del lugar.
Conseguimos otro espacio, esta vez nos cercioramos que fuera legal, y
volvimos a extender el campamento gitano; pasaron las horas una tras otra y
masomenos cuando nos acercábamos al horario que nos habían indicado fuimos a
ver como venía la mano con el colectivo que teníamos que tomarnos.
Al parecer otro de los autobuses que debían llegar aquel día a la estación,
y que iba a un pueblo que quedaba en medio entre Manali y donde estábamos, se
había suspendido y entonces ahora en vez de veinte habían cuatrocientas
personas que querían subir al mismo colectivo que nosotros.
Obviamente el ¨mujeres y niños primero¨ no corre por estos pagos y la única
forma de lograr el ingreso al transporte era a través de la fuerza física;
afortunadamente notamos que los locales esperaban disimuladamente en la calle
con la intención de subirse al bus en movimiento antes de que frenara en la
plataforma para asegurarse un asiento. Nos adaptamos a las reglas y armamos una
estrategia acorde a la situación; yo me quede con las nueve mochilas mientras
que los demás se ubicaban en distintos puntos estratégicos para abordar el
móvil en pleno desplazamiento y así tener un asiento de madera a noventa grados
donde apoyar el culo las próximas quince horas de viaje.
La tensión flotaba en el aire y apenas apareció el colectivo todos se le
fueron encima, la gente metía los bolsos por la ventana y empezaron a meterse
como cucarachas mientras el bondi todavía andaba. Obviamente a los chicos los
perdí de vista en el tumulto y temí que alguno hubiera sido aplastado por el
colectivo, pero cuando finalmente se detuvo en la plataforma me vi sorprendido
al ver que mis ocho compañeros, no solo estaban todos adentro sino que además
habían acaparado doce asientos frente a la mirada incrédula de los locales.
El plan había sido un éxito, habíamos humillado a los indios en su propio
país, con sus propias reglas de juego y si nos hubiéramos subido al colectivo
que era el nuestro hubiera sido perfecto…pero no.
Nos enteramos que todos los viajes a Manali y alrededores se habían
suspendido sin motivo alguno y que el rodado en cuestión no iba a ningún lado.
¨Estamos perdidos¨ pensamos todos y nos dispusimos a morir lentamente en la
estación hasta que un buen cristiano, o budista, o musulmán, o hinduista o lo
que fuera nos ofreció la opción de ir a otro pueblo en un colectivo que salía enseguida
a donde capaz conseguíamos otro que nos llevara a Manali.
Sin mas opción nos subimos y al cabo de unas horas llegamos a ¨anda a saber
dónde¨ e increíblemente conseguimos un mini bus que nos llevaría a nuestro
destino original. Ya ni me acuerdo en cuál de los noventa colectivos que nos
tomamos ese día me desvanecí pero cuando me desperté me di vuelta para ver
donde corno estaba yo y si alguno de los demás estaba en algún corno cercano al
mío; la vi a Pachu que babeaba inconsciente atrás mío, otros tres del equipo a
un costado y el resto mas atrás.
Las curvas iban de un lado para el otro como de costumbre y me volví a dar
vuelta porque con el primer vistazo no me había quedado seguro de que Pachu
estuviera respirando, volteé y en vez de focalizar en Paz me distraje con un
chiquillo que me miraba curioso. ¨Vengo en son de paz¨ le dije con una mirada
inocente a lo que me contesto inflando los cachetes, ¨qué simpático, me está
haciendo carita pez globo¨ pensé ilusamente.
Carita de pez globo las pelucas, el pendejo atrás de la inflada de cachetes
traía un chorro de vomito que parecía la manguera que usan en la cancha para
espantar barrabravas; automáticamente apunte la mirada hacia otro lado y ya
sabiendo lo que se venía empecé: ¨Silvestre concentrate por dios¨…guaaaaaac
(arcada uno), ¨Silvestre concentrate no podes ser tan cagon¨ guaaaaaac (arcada
dos) ¨Silvestre no seas pendejo¨ guaaaaac (arcada tres) ¨Respira por favor te
lo pido que estamos como a doscientos metros de la ventana…¨ guaaaac (arcada
cuatro) ¨Inhala, exhala…inhala, exhala…¨
No sé de qué forma lo hice pero resurgí de las cenizas como un fénix logré
dejar mi última comida adentro de mi estómago; no hace falta decir que al
mocoso del demonio ese no lo volví a mirar en todo el trayecto porque no había
forma de que pudiera repetir la proeza asique me subí el volumen del Ipod al
mango y focalice la mirada al frente hasta que llegamos a destino.
Manali es un pueblo muy interesante, tiene varios trekings para hacer y un
rio caudaloso. Nosotros nos fuimos a un pueblo que queda muy cerca y es menos
concurrido donde conseguimos un hotel barato, recorrimos la zona, vimos como la
gente se bañaba en la calle con aguas termales en unos bañaderos públicos y nos
las dedicamos a descansar del viaje que habíamos tenido.
Después de haber caminado doscientos cincuenta kilómetros yendo al Base
Camp preferíamos mearnos encima que caminar de la cama al baño asique de los
trekings no hicimos ninguno pero la verdad que el lugar es muy recomendable.
¿Lo curioso? Que los hippies se juntan como ganado porque en Manali el
cannabis crece en las banquinas como pasto sin que nadie lo plante.
De ahí fijamos rumbo a nuestro próximo destino, Leh en el tibet indio.
Manali. |
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