El próximo destino era Banbasa que es el paso de Nepal a India por el que
nos convenía cruzar para después ir a Rishikesh que era nuestro destino final.
Arrancamos el viaje a las ocho de la mañana en el techo de un colectivo que iba
hasta las manos de gente, en el que además casi me decapito con un cable de luz
que estaba un poco bajo. Ese colectivo nos dejaba en un lugar donde debíamos
tomar otro colectivo que nos llevaba a la frontera y de ahí otro colectivo
hasta Rishikesh.
Otra vez la misma historia, prefiero tres meses de cárcel a pan y agua en
Kazajistán que volver a subirme a otro colectivo en Nepal. Para que se den una
idea los colectivos que veníamos tomando desde nuestra salida del Rajastan,
tres meses atrás, eran bastante peores que el 60 en Buenos Aires; asientos de
noventa grados y mas duros que un cocainómano.
El primer tirón fue de unas diez horas hasta la frontera, salimos del país
en el que estábamos sin problemas y procedimos a hacer el papeleo para entrar a
India. Llegamos a la oficina de inmigraciones donde habían tres inútiles que
nos explicaron que hasta que el oficial de turno no terminara su hora de nado
en el rio no podíamos hacer ningún papel; cuarenta minutos después apareció el
coronel que intento sacarnos un mango por el pase pero y que obviamente no
pudo.
De la oficina caminamos como una hora bajo el sol hasta el lugar de donde
salía el otro colectivo, compramos varios kilos de los mangos más ricos del
mundo y tomamos el segundo colectivo del día.
Supongamos que el segundo tramo era de otras diez o doce horas hasta
Rishikesh a donde llegamos a las ocho de la mañana…del día siguiente. No hace
falta que explique el estado en el que estaba después de esas veinticuatro
horas de viaje; más cagado a palos que la fidelidad de Juanita Viale.
Después de un día de merecido descanso recorrimos la cuidad que se
caracteriza por ser la capital mundial del yoga; a mí la verdad que el yoga me
importa un sobaco y si estaba parado en la capital mundial de ¨la unión del
cuerpo y la mente¨ o del p¨alito bombón helado me daba lo mismo, pero los demás
aprovecharon e hicieron un par de lecciones que les resultaron renovadoras.
El lugar es interesante, mas allá de que no pareciera muy prometedor, se
puede hacer rafting en la parte alta del rio Ganges que divide al pueblo en dos
o caminar a las cascadas que quedan cerca. Hicimos la segunda opción que no
estuvo mal pero que tampoco fue desquiciadamente divertido; ahora lo más
interesante por lejos de Rishikesh era la comida del hotel, había puré de papas…puré
de papaaaaaaaaaaaas!!! Una cosa de locos, no lo podíamos creer.
De ahí nuestro próximo destino era Manali y otra vez nos esperaba un largo
viaje en colectivo.
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