martes, 31 de enero de 2012

Intro.


¨Me voy¨, literalmente no hace falta más que decirlo y hacerlo.
No me fui por ningún motivo en especial, no estaba buscando ni escapándome de nada; mi sensación era de vacío, quería saber que había más allá y, por sobre todo, necesitaba salir a buscar lo que el mundo tenía para mostrarme.
Cuando le dije a mi médico a dónde planeaba irme lo único que hizo fue mirarme fijo y decir: ¨voy a catalogar tu viaje como de alto riesgo¨. Me dió una receta con nueve vacunas para que me diera y una completa explicación de qué tipo de procedimientos debía realizar en caso de diversas enfermedades, mordeduras de insectos o infecciones.
Así empezó el viaje que me llevo 341 días por el mundo, envolviendo cuatro meses de duro trabajo en USA y otros siete entre India, Nepal, China, Vietnam, Camboya, Laos, Malasia, Tailandia, Indonesia y Hong Kong.
El 13 de abril llegue a Mumbai (India) con mis compañeros de viaje, realmente no teníamos la mas mínima idea de donde estábamos parados en el mapa ni tampoco a donde íbamos a ir después de eso. No había plan, no conocía las ciudades de aquel país y nadie me había recomendado que hacer cuando llegara.
Todo fue muy raro pero salió, recorrí India al máximo de mis cinco sentidos y no creo que en mi vida pueda describir las cosas que me pasaron por delante; la furia de los colores en la ropa de las mujeres, el olor de los mercados, el calor del desierto o el frio del Indo – Tíbet.;  un lugar en que todo, absolutamente todo, está potenciado al extremo.
Tras India, llegó Nepal: un claro ejemplo de la ¨supervivencia del mas fuerte¨ que se refleja en los ojos de su gente. El castigo no sólo es físico, sino mental; es tratar de convencer al cuerpo que todavía se puede un poco más, aunque uno se asfixie caminando a 5550 metros de altura para llegar al campamento base del Mt. Everest; también tratar de convencer a la mente de que ¨todo va a estar bien¨ mientras uno se escapa de un rinoceronte por la selva trepándose a un árbol; o cuando se cruza un rio con cocodrilos.
China, un país en que la ¨comida china¨ es solamente comida y en que nadie habla otro idioma. ¿De qué valen tus IB, FCE, o el más lujoso de tus Cambridge exams en China? De nada. Ahora no hace falta saber el idioma para entender lo que fue la magnitud de semejante imperio, el top 3 de los trekings mas peligrosos del mundo en el Mt Hua Yan, sus guerreros de terracota, la muralla que llega hasta donde ven los ojos, o la potencia mundial que son hoy en día.
Treinta y siete horas de tren después llegamos a Vietnam, en donde las esquirlas de la guerra todavía se ven por todos lados; fue ahí donde por primera vez en mi vida sentí vergüenza de ser humano. ¿Qué tipo de circunstancias pueden llegar a justificar que el hombre sea tan bruto contra sí mismo?
Luego Camboya, donde la selva se come los templos que el hombre supo ponerle encima hace cientos de años; capaz uno de los lugares que mas me gustó por su gente, la sensación de aventura constante, los mercados, la comida y por la viveza de los niños que se acercan remando dentro de una palangana para amenazarte con una víbora en la mano al grito de ¨one dollar!¨.
De ahí nos fuimos a Malasia donde la gran atracción del país son las ¨Torres Petronas¨ , dos edificios de fama mundial  que realmente son imponentes; el dato clave es que el arquitecto que las hizo es argentino.
Post-viaje más áspero de mi vida en barco, llegamos a Tailandia. Decir que es un paraíso no es ninguna novedad, lo justifican sus playas de arena blanca y mar turquesa, y su buceo con tortugas marinas. Realmente pensé que no iba a haber nada en aquel país que me fuera a sacar el sueño hasta que llegue al ¨Festival Vegetariano¨ de Phuket.
Los conceptos de ¨petardo¨, ¨loco¨ y ¨extremo¨ que tenia hasta ese día, los cuales consideraba relativamente altos comparados con la media, se redujeron a añicos después de ver como se manejan los tailandeses durante los cinco días que dura el festejo.
Indonesia fue nuestro último lugar fijo, donde me dedique a reflexionar por todo lo que había pasado los anteriores once meses y cinco días; pensaba cuántas veces me había dicho a mi mismo ¨Silvestre, ¿qué carajo estas haciendo?¨ o ¨¿Silver, ¿dónde goma estas?¨. No se cuantas veces me lo habré repetido, ni cuantas de esas veces me lo pregunté con miedo, pero creo que de eso se trata viajar.
Hong Kong fue rápido, tres días en la cuidad del futuro donde me di cuenta que no estoy hecho para la cuidad futuro. Avión a casa.
Mas allá de que no volví místico ni vegetariano, ahora escribo desde otro lado, veo las cosas de otra manera y por mas que no las haya adoptado no sólo se que hay otras opciones, sino que las entiendo y las respeto.
Aprendí muchísimo a valorar los pequeños placeres de la vida: los cubiertos, vasos, el agua, las sabanas limpias y los colectivos con asientos. Fue mucho tiempo en que no vivía en un lugar fijo; ya no tenia nada, la comodidad de mi hogar se había transformado en una mochila apestosa con cuatro remeras, un par de medias, un short y una campera.
Así fue mi viaje,  dejo de estar ¨apagado o fuera del área de cobertura¨ y vuelvo a mi familia; no quiero dejar de agradecer haber vuelto sano, a mis amigos del viaje porque sin ellos todo hubiera sido muy distinto, a mis padres y a todos los que me dijeron ¨feliz cumpleaños¨ en Facebook cuando estaba en China.

Muchas gracias.

Silver.

2 comentarios:

  1. El viaje más largo es el de conocerse, y sin lugar a dudas Silver avanzaste un buen tramo.
    Gracias por compartir tus experiencias!
    Un abrazo

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  2. Que resumen maravilloso, creo que tienes el don de dibujar con la palabra. Quedé asombrado por cada anécdota. Percibo los olores que salen de aquí, creo ver esos colores alrededor mío.....

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